Por lo general en Diciembre nos encontramos con los típicos balances del año que se va, hacemos retrospectivas sobre lo bueno y lo malo, usamos nuestra mirada crítica llena de nostalgia: somos un año más viejos, doce meses quedan registrados en los anales de la historia.
En estos balances nos encontramos con cosas que pasamos por alto, queremos saber en pocos minutos qué nos perdimos... ¿qué habremos estado haciendo mientras nos perdíamos estos eventos? ¿qué son estas creaciones que los críticos ponen en el ojo del lector?
Estas listas que parecen elucubradas por las miradas profundas de un gran Dios que nos observa caen en cierta decepción mientras vamos recorriendo el countdown: 10, 9, 8 ,7... ¿Qué carajo? ¿De dónde sale toda esta...?
Este 2017 fue devastado por una nueva ola de reggaetón enlatado. Artistas famosos por sus inicios en el pop se vendieron intempestivamente a este nuevo género. La consigna es: si querés sobrevivir en la radio, tenés que hacer reggaetón. Aunque sea un poco. Y si no te sale, un carnavalito electropop puede ser la alternativa.
Este año me costó horrores encontrar lo que buscaba musicalmente, y por lo general tuve que viajar a décadas pasadas, aunque algunos lanzamientos me hicieron dar cuenta que no todo está perdido.
Me voy a centrar nomás en dos entregas: de lo que escuché a lo largo del 2017, el mejor álbum de rock extranjero y el mejor álbum de rock nacional.
Primus - The Desaturating Seven
Puede apreciarse de este regreso discográfico una trascendencia menos impactante que la llegada de Green Naugahyde, el álbum de 2011 que los trajo a vida después de muchos años de abandono en los estudios, pero a simple vista se observa que The Desaturating Seven es inánimamente mejor recibido que su predecesor Primus & the Chocolate Factory with the Fungi Ensemble, su álbum más experimental hasta la fecha.
Este nuevo material es más progresivo y lisérgico, con tintes a Rush, King Crimson y Tool.
El concepto del disco es interesante; cuenta la historia de "The Rainbow Goblins" (libro infantil de Ul de Rico) en diferentes episodios, buscando hacer una analogía socio-política en la cual está sumergida Estados Unidos hoy, durante la presidencia de Donald Trump.
El sonido se deja degustar de a poco. Temas como "The Dream" y "The Trek" son excesivamente largos y algo repetitivos, aunque el álbum, irónicamente, se queda corto (son menos de 35 minutos, algo inusual para la discografía de Primus).
El tema de apertura como el de cierre es el mismo: una cosa amorfa que suena a los proyectos solistas de Les Claypool, el punto más débil en el eslabón de esta entrega.
A favor tenemos el corte promocional "The Seven", el pegadizo "The Scheme" y el majestuoso "The Storm", donde la banda hace gala de todas sus virtudes musicales a lo largo de casi 8 minutos.
¿Es quizás "The Storm" el mejor tema que haya compuesto la banda desde 1999? Algunos pensarán que sí. Lo que no cabe lugar a dudas es la dedicación y empeño que dejó la banda en componer este track, donde parecen haberlo dejado todo en pos del rock progresivo, género eternamente bastardeado por el autocomplaciente "periodismo musical".
Como regreso de Primus es totalmente bienvenido. Festejo que hayan hecho algo mejor elucubrado que "The Chocolate Factory" y que por fin se hayan animado a presentar un álbum progresivo que funcione como un todo.
Gualicho Turbio - Gato Negro
En el mismo continente, mucho más al sur, el rock también se ve paulatinamente eclipsado, donde las discográficas son el punto convergente de conflicto: el rock está "out", la imagen está por encima del sonido, salir a bolichear es más importante que atender un recital.
Sin embargo, desde el corazón del under, la resistencia se hace presente. Gualicho Turbio rescata el rock desde sus inicios bluseros con Gato Negro.
Más allá de ser un álbum de rock, se nos ofrece un recorrido donde vamos explorando todos los cimientos del rock: Pappo’s Blues, Billy Bond y La Pesada, Color Humano y Manal son algunos de los referentes que se hacen presentes en este viaje.
Esa década rebelde de los 70’s hace presencia cuarenta años después con un sonido renovado, distando mucho de ser vintage: es la forma en que hubiera evolucionado el rock tradicional si los 80’s no hubieran interferido con sus hits radiales sobrecargados de sintetizadores y baterías electrónicas.
Una prueba de esto es “Serpiente” y “La Montaña”, temas que parecen haberse compuesto mientras Los Gatos estaban de gira, o los Rolling Stones cerca de su debut, pero con el sonido que se espera de un estudio de grabación del 2017.
Con armónica y kazoo en boca, guitarra y banjo bajo el brazo, Gualicho Turbio no presume de sus virtudes: nos trae un disco de rock, tal como lo recordamos, así de sincero, tal como siempre lo fue.
Recomendado para iniciar ese merecido viaje por la ruta a lo largo del país.